Sol de Medianoche

Me pasaría horas escuchándote hablar, aunque fuera de la cosa más tonta y sin sentido. Me encanta ver esa sonrisa que nunca desaparece de tu rostro, oír esa risa que brota de tus labios a cada rato y esa voz que narra lo más sencillo y simple con un entusiasmo tal que no deja indiferente a nadie a tu alrededor.

Eres como un sol de medianoche en medio del frío polar, iluminando mi corazón congelado por el desamor y la decepción, haciendo que el hielo se derrita a una velocidad que me asusta. Y mi alma arde, quema, al mismo tiempo que un escalofrío me recorre el cuerpo. Y empiezo a sentir emociones que creí olvidadas y que intento negar, pero el corazón le está ganando la batalla a la cabeza. Esa cabeza que me dice que guarde la distancia de seguridad porque después del calor siempre vuelve el crudo invierno. Cuando estoy contigo no la dejo pensar, pero al llegar a casa, en el silencio de la noche, se hace fuerte en mi interior. Y es que en el fondo sé que tus rayos de luz van en otra dirección que no es la mía.

Me pasaría horas escuchándote hablar...

Calor-Color

El calor es asfixiante, oprime todas y cada una de mis células, consumiendo su energía hasta dejarlas al mínimo. Es una sensación extraña porque mi cuerpo parece agotado pero mis pensamientos, mis emociones, mis sensaciones se multiplican por segundos y aparece ante mi un mar de mil colores de mezclas infinitas e inimaginables. Tengo ganas de abandonarme, de sumergirme en él y dejar que empape mi ser, de dejarme llevar por la marea aunque no sé realmente hacia donde. Pero al mismo tiempo la duda, la inseguridad, el miedo se hacen fuertes y enraízan mis pies a la tierra, volviendo chiquitita y frágil a mi voluntad, incapaz de saltar desde el acantilado pero con un deseo intenso de que algo o alguien me empuje o me haga perder el equilibrio para hacerlo.