martes, 12 de octubre de 2010

Poco más que decir...

Es un conjunto de manías,
Un obstáculo en el alma,
Que me hace imaginarte
Antes de perder la calma.
Una incógnita perfecta,
Sin dibujos ni palabras.
Es un principio de ironía,
El tenerte aquí tan cerca
Como un cubo de secretos,
Como quien abre una puerta,
Y saber que cada paso
Será un paso a tumba abierta…
Cuantas cosas que no se de ti…
Cuanto tiempo para ser amigos…
Cuantas cosas que llevarme al viaje contigo…
Es un principio de alegría,
explosiones controladas.
Dale impulso al nuevo día
De una vida desgastada.
La pereza y la tristeza
Convertida en esperanza.
Cuantas cosas que no se ti…
Cuanto tiempo para ser amigos…
Cuantas cosas que llevarme al viaje contigo…
Sin saber lo que sabrás de mi…
Sin saber si volveré al suelo…
Cuantas cosas que contarte surcando el cielo…
Es un principio de energía,
Y jugársela en un trago,
Lo que digo y lo que hago.
Rara vez van de la mano,
Si no fuera porque salta
Los obstáculos del alma.
Cuantas cosas que no se de ti…
Cuanto tiempo para ser amigos…
Cuantas cosas que llevarme al viaje contigo…
Cuantas cosas que no se ti…
Cuanto tiempo para ser amigos…
Cuantas cosas que llevarme al viaje contigo


sábado, 9 de octubre de 2010

A cup of coffee


Hacía un mes justo de aquel primer correo. Un mail de lo más escueto y frío dando a entender que me lo enviaba por compromiso. Le contesté también por compromiso, porque no quería parecer maleducada. Y de repente, empezaron a llegar más. Al principio me hacía gracia al mismo tiempo que me resultaba chocante ese interés en buscar cualquier excusa para que aquella "conversación" no se cortara, pero confieso que llegó un punto en el que esperaba encontrarme el siguiente al abrir la bandeja de entrada...
Y ahora, ironías de la vida, estaba allí, caminando hacia la otra punta de la ciudad, con un nudo en el estómago y rezando para que el silencio no se hiciera dueño de la situación.
Entramos en el pub y hacía un calor horroroso, aunque supongo que fue porque llegamos tan nerviosos y acelerados que nuestro cuerpo era incapaz de regular la temperatura.
Romper el hielo costó menos de lo que en un principio creía, imagino que cuando vi que derramaba el vaso porque estaba tan nervioso como yo, me tranquilicé o más bien me solidaricé con él. Al silencio sólo le concedimos unos segundos para que nos hiciera compañía de las casi 3 horas que estuvimos juntos.Estaba extrañamente cómoda allí escuchándolo y me di cuenta de que éramos muy diferentes pero que en el fondo había algo que nos unía: los dos habíamos estado dando tumbos, negándonos sueños y dejando escapar demasiados trenes.
No sé si habrá otro café, aunque reconozco que me gustaría encontrar un nuevo mail en la bandeja de entrada...

Mi foto
Porque los senderos son sabios y las casualidades siempre tienen una razón de ser...