martes, 31 de mayo de 2011

De alumna a maestra...


Es curioso como en un día he tenido que cambiar de rol. Hoy era yo la "experta" para mi compañera nueva. Creo que me había acostumbrado a ser la alumna obediente, dejando que fueran mis compis las que llevaran las riendas. Sí, tal vez, era una postura muy cómoda y necesitaba ese empujoncito "forzoso" para abrir mis alas y demostrarme a mi misma que puedo volar sola, creer que dentro de mi tengo todas las herramientas necesarias para poner en funcionamiento la maquinaria de la confianza y la seguridad en mi misma. Esa máquina que a veces pienso que se está oxidando con mis dudas e inseguridades... Y la mañana fue mejor de lo que esperaba, sinceramente.

Y la tarde, la mejoró. Hacía muchos días que estaba esperando oír esa voz que me habla de paisajes lejanos, de melodías desconocidas y al mismo tiempo de sensaciones cercanas, de las cosas sencillas del día a día; que me hace esbozar una sonrisa desde el primer instante que la escucho y que no se borra, al contrario: se perpetúa en el tiempo. He de reconocer que estoy algo asustada porque aunque todo va pasito a pasito sin saber muy bien hacia dónde, mi corazón se está acelerando por momentos y tengo miedo de construír castillos en el aire que se esfumen con el viento. Siempre he sentido ésto cuando a la otra persona la conocía o creía conocerla bien y estoy bastante desconcertada de que ahora me esté ocurriendo con alguien a quien estoy empezando a descubrir. ¿Será porque esta vez sí? No quiero pensar, sólo nadar en este nuevo mar y dejarme mecer por el susurro de su voz...

lunes, 9 de mayo de 2011

Sorpresas te da la vida...

Era una noche mágica. Me sentía inundada de felicidad porque iba a ver como mi hermanito disfrutaba mostrando su gran pasión a los demás. Aunque dentro de mi corazón me sentía un poquito triste porque me faltaban personitas importantes compartiendo el momento...
Tenía la esperanza de que mi cafetero apareciera por allí, aunque no me voy a engañar: las posibilidades eran de una entre cientos de miles de millones y las estadísticas se cumplieron...
Aunque no lo eché de menos. Esa noche fuimos uno más. En la cena acabó sentado a mi lado y me llamó la atención su sonrisa tímida. No sé si fue el vino mezclado con la ilusión y la emoción por lo que íbamos a vivir, pero mi vergüenza infinita, que siempre me acompaña, comenzó a esfumarse...
Es curioso, porque normalmente no me pasa, tener tantas ganas de volver a ver a alguien de quien no sé nada pero al que me apetece descubrir. ¿Se estarán abriendo las puertas?

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Porque los senderos son sabios y las casualidades siempre tienen una razón de ser...